La carne se hizo verbo

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Por Nadia Beherens

El libro de Ludditas Sexxxuales, Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres, es una bitácora de la filosofía de la manada y de las prácticas de quienes deconstruyen con su acción la idea determinista del amor romántico. Hablamos con Leonor Silvestri, quien lo encarna y nos deja su aporte acerca del género y las identidades.

¿Qué te llevó a escribir el libro?

Yo no lo escribí. Formé parte de esto que se llamó Ludditas Sexxxuales que fue un proyecto que duró no menos de 4 años, con lo que se hizo cine, programas de radio, de televisión, donde también se empezó a hacer este libro. Lo empezamos con un compañero inglés con quien dimos el puntapié inicial. Yo me dedico a la escritura como forma de vida, entonces si todas esas experiencias alguien las tenía que encarnar y canalizar, podríamos decir que esa tarea la encaré yo, por una cuestión de afinidad de la palabra. No me considero la autora de esto o de que estas sean mis ideas, y lo discuto, porque no me interesa la cuestión del copyright, ni del creative commons. Me parece que es como dice (Gilles) Deleuze y (Félix) Guattari, que todo punto de enunciación es colectivo y que el verdadero nombre se adquiere en la proliferación de la multiplicidad, y en eso me parece que Ludditas Sexxxuales y este libro en particular fue exitoso. El puntapié inicial tuvo que ver con que desde hace bastante tiempo siempre quise afectarme con muchas personas, por fuera del proyecto de la monogamia y del amor romántico y no encontraba material específico para estas temáticas. Lo que encontraba era material anarco muy heterocentrado, como el de Emma Goldman y Émile Armand, el lugar desde donde arrancamos. Ante la ausencia de ese material, de una pornografía que nos guste, dijimos: hacemos el nuestro. Y también porque las teorías feministas que trabajamos quedaban detenidas en el análisis postestructuralista. Todo el feminismo que a mí más me motiva, de Monique Wittig en adelante, plantea que el género es una matriz de inteligibilidad que construye los cuerpos binariamente, les adjudica masculinidad y feminidad a partir de ese ideal regulatorio que lo precede y después les da una serie de relacionamientos, de sexualidades que pueden ser heterosexual u homosexual. Siempre la variable menor pugna por alcanzar el nivel de la variable mayor. Coincido con ese desarrollo, pero digo que el género también plantea las formas de afectación como el desarrollo de la potencia en algo que podríamos denominar una guerra social, para decirlo en términos anarquistas. De eso no hablaba nadie. Entonces la idea era cómo armar la manada, el grupo de afinidad. La manada por cuestiones que tienen que ver con el antiespecismo, con correr el humanismo y la razón del eje del análisis, y cómo armar esa manada de proliferación deseante desde la afectación, entendiendo que lo que el mundo intenta es que estemos divididas, separadas, desafectadas o románticamente enganchadas como una droga dura.

 ¿Porqué en el libro se apela solo a un público femenino?

No confundamos la “a” con lo femenino. Hay un punto de enunciación, que es el menor, que tiene que ver con un devenir mujer y con la asignación biopolítica. Indudablemente mi asignación biopolítica es mujer, y ese es un punto de enunciación menor con respecto a la otra posible que hay. Yo no voy a hablar como un varón. Tiene que ver con la adopción de una posición menor que se encarna. También hay una realidad, y es que no me gusta pluralizar en masculino por todo lo que ha significado el hombre, el antropos, la virilidad como sujeto universal. La idea es: cómo encarnar esas posiciones menores, que no es lo mismo que “hablar por”, si no cómo tener un devenir minoritario que es siempre minoritario. Por otra parte tiene que ver con esta cuestión de desquiciar un poco los géneros, entendiendo que lo femenino no es lo que emerge de un cuerpo biopolíticamente asignado al sexo mujer, ni lo masculino es lo que emerge de un cuerpo biopolíticamente asignado varón. Hay otras masculinidades, subalternas o contrahegemónicas. Yo encarno una. Mi masculinidad no es la de un sujeto-obrero-fabril-revolucionario, ni la del cheto, es otra, es subalterna. Por tanto es una masculinidad tal vez en algún punto riesgosa, porque depende donde esté con esta masculinidad me puede ir mal, me pueden violar para demostrarme que no soy hombre, o tirarme del tren, me pueden llamar al orden o echar del baño. El feminismo es una tendencia ética, no algo que hacen mujeres femeninas. No creo que sea el destino de las mujeres la feminidad, ni que haya un solo tipo de feminidad tampoco.

En el libro se puede visualizar algunos conceptos de la Teoría Queer, ¿qué se incorporó como nuevo?

Ludditas Sexxxuales siempre ha intentado tener una iniciativa de discurso. No tengo nada que objetarle a la teoría de la performatividad de Judith Butler, excepto las críticas que ya se le han hecho que son adendas a su sistema. Los aportes de la Teoría Queer me parecen muy lúcidos e inspiradores, pero siempre nos pareció desde Ludditas Sexxxuales que no terminaban de amalgamar una suerte de corriente para habitar el mundo aquí/ahora, radicantemente contra el mundo para encontrar la manera de encontrarnos todas en ese mundo y cómo poder afectarnos. Por eso el libro es un manual de ética amatoria.

Lo que la Teoría Queer aportó es cómo encontrarse con esos afines partiendo del género, de la asignación biopolítica, cómo poder ir a otras líneas de fuga que tengan que ver con desquiciar el régimen binario de la heterosexualidad como régimen político del heterocapitalismo. Vino a desquiciar lo que producía el estamento LGBT, ahí donde esos grupos se empezaron a asimilar al régimen heterocapitalista con una demanda, sin dudas justa, que tiene que ver con la igualdad. La Teoría Queer no planteó la diferencia sino la divergencia, la reivindicación de la locura, la anormalidad, la no asimilación. Se puede dejar de ser, se pueden entregar los privilegios de clase, de género y humanos, por eso también se puede entregar cualquier privilegio. También vino a permitir que las heterosexuales hablen de temas de sexualidad y género sin comprometer el cuerpo, sin renunciar a su régimen, y no siempre fue así. Si te ponés a hablar de lesbianismo radical, necesariamente vas a tener que involucrar el cuerpo. Es por esto que hasta donde yo tengo recuerdo en el libro se dice “queer” una sola vez.

 ¿La identidad implica una delimitación?

Las identidades tienen que ser ocupadas estratégicamente. Sé que hay gente que no está de acuerdo con esto, pero es sustancial que en ciertas luchas haya una reivindicación, no del ser mujer, sino que alguien se pare y enuncie desde ahí. Lo que un cuerpo ha podido desde una asignación biopolítica es una señal, un faro, una cartografía para otros cuerpos biopolíticamente asignados a la misma violencia de género. Escuché una vez decir a Beatriz Preciado que en su intimidad nadie le dice “Beatriz”, le dicen otro nombre que no se identifica con el nombre que el documento del estado español le ha puesto. Sin embargo ella firma como Beatriz Preciado, porque no da lo mismo hacer filosofía en este mundo heterocapitalístico y patriarcal como mujer que como varón. Entonces ella sigue siendo Beatriz Preciado, como lugar minoritario. Las identidades me parece que tienen que ser ocupadas así.


El nombre viene de los ludditas. El hecho de evocar esa parte mítica, ¿puede ser que venga de Tiqqun?, me refiero a ese llamado a buscar los “antepasados que nos hagan más libres”.

Sí, así fue, pero la cita es posterior al encuentro con Ludditas. Lo que ocurrió con la lectura de Tiqqun es que hubo una sintonía, ya que vino a aggiornar el pensamiento de la radicalidad anárquica que Ludditas Sexxxuales siempre quiso. Ahora, a las ideas de Tiqqun hay que ponerles género porque pese a estar enclavados en el seno del feminismo radical más importante que haya dado la humanidad, es como si no hubieran leído nada. Y esto no es ocioso, es así porque no quieren entregar sus credenciales. La escritura hiper viril y moralizante de Tiqqun tiene sus luces, ya que una Beatriz Preciado mucho más lúcida de lo que sería un transfeminismo, no comprende lo que es la guerra civil. Entonces lo que hay que hacer es robarles a todos y hacer una órbita nueva. Tiqqun llega como llegan todos los movimientos sociales europeos al antisexismo: se dieron cuenta que los varones tienen que lavar los platos, pero la cuestión es un poco más compleja. La tensión es entre la invisibilidad y visibilidad, entre devenir cualquiera y la singularidad. Algo complejo, específicamente para quienes nunca han sido sujeto de derecho, como las mujeres o quienes son el abyecto de la política: todos esos cuerpos que de tan anormales no caben en ningún lugar. Tampoco se puede simplificar diciendo visibilidad o anonimato sin más. Si yo no sería “Leonor Silvestri”, no estaríamos hablando de todo esto; entonces “Leonor Silvestri” es útil. Distinto es si yo me creo que soy alguien.

Se trata de cómo adquirir una posición en la guerra en curso desde la afectación. Entendiendo que los deseos tienen que ser construidos contra el heterocapitalismo y no desde la individualidad. En ese lugar, cómo alcanzar la singularidad, que puede ser definida como la reapropiación de la subjetividad del heterocapitalismo o la sustracción del cuerpo a la subjetividad del heterocapitalismo, que es lo que va a ser que vos recuerdes este cuerpo que te habla, que no te habla sólo, porque yo soy todas las que hay en mí, desde las diferentes locuras que tengo más todas las que estuvieron, las que me conformaron, que son otras extracuerpo pero que están conectadas.


Destructorxs de máquinas

“Según Deleuze y Guattari, si el inconsciente es una fábrica que tiene una producción que se llama deseo, lo que hay que romper, como los ludditas, es la fábrica de producción de ese deseo. El deseo como nada que sea preconsciente, ni prediscursivo, ni espontáneo, ni instintivo, ni natural, sino como una producción. Si es una producción, se está produciendo en algún lugar. ¿Quién la produce? El heterocapitalismo. ¿Dónde la produce? La produce en los cuerpos. Entonces lo que hay que destruir es esa manufactura.

Las nuevas guerras se pelean al nivel de los deseos y lo que hay que poder construir son nuevos deseos que no son individuales, son como los talleres textiles de los ludditas, que no son los industriales de las fábricas, son comunitarios. Yo prefiero decirles de manada.”

El libro, editado por Milena Caserola, se puede leer desde scribd y descargarse desde los links de Ludditas Sexxxuales. También se puede adquirir a $30, contactando a sus editorxs en: destructorasdemaquinas@hecsa.com.ar

¿Dónde leer y ver más?

luddismosexxxual.blogspot.com.ar…………………………………………………………………………………………………………………………………….

ludditassexuales.wordpress.com…………………………………………………………………………………………………………………………………….

luddismosexxxual.tumblr.com…………………………………………………………………………………………………………………………………….

destructorasdemaquinas.wordpress.com

 

*Recomendamos el programa Foucault para encapuchadxs, que se puede ver en Youtube, y se emite en colaboración con Antena Negra TV.


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