Menstruación
Por Nadia Beherens
Antes de la pubertad viste a tu mamá tomando una pastilla, debilitada de dolor. En la casa de alguien encontrás tampones en los residuos. O probablemente, te encontraste en la calle una toalla femenina y fue un antes y un después. Las 3 primeras palabras que podrían describir la escena son: sangre, algodón y secreto.
El mundo civilizado ve como un estigma el sangrado natural del cuerpo femenino.
De la menstruación conocemos que duele, que huele mal, que debilita o imposibilita para ciertas actividades. Una especie de “castigo divino”. Nunca nos preguntamos el porqué del sangrado. O simplemente creemos que es por una cuestión exclusivamente reproductiva. Como erróneamente se cree acerca de tener orgasmos.
Para empezar, la menstruación es un sistema de autolimpieza mensual que protege el aparato genital femenino, y los estrógenos que se concentran fuertemente en este periodo, refuerzan las defensas del organismo y las funciones del cerebro.
En las sociedades occidentales la palabra menstruación encuentra sus orígenes en el latín (mensis = mes; ciclo lunar). Es interesante hallar en esta historia que las fases de la Luna se corresponden con las del ciclo femenino (28 días): en la fase de Luna llena, se ovula y en la Luna nueva, se menstrúa. La Luna es la que determina el flujo de los líquidos (sean las mareas o los fluidos del cuerpo) debido a la atracción gravitatoria que ejerce sobre la Tierra. Las variaciones o la irregularidad que cada persona tiene, están ligadas con diferentes factores que en gran parte tienen que ver con la mala alimentación, el medioambiente o el estrés. Incluso, estos factores aumentan los niveles de una hormona (PF2) que determina el nivel de espasmos en el útero, la causa del dolor menstrual. El arsenal de productos que ofrece la medicina occidental reprime estos trastornos dándoles carácter de enfermedad.
Detrás de cada pequeño descubrimiento respecto a la “salud” están las regalías, más aún con un recurso inagotable. Lo que hace la famosa pastilla anticonceptiva es hacerle creer al cuerpo que existe un embarazo, inhibiendo un proceso hormonal cíclico y psíquico que beneficia al cuerpo femenino. Una fachada de aparente libertad sexual, que consiste en que las mujeres paguen a los laboratorios para que anulen un proceso imprescindible durante el 40% de su vida. Nunca nos detuvimos a pensar que son los hombres quienes son fértiles todo el tiempo y que las mujeres sólo 3 días al mes (aunque también algunos óvulos pueden estar activos durante la menstruación). Lo más peligroso es que los medios hegemónicos ocultan las consecuencias y efectos secundarios -como esterilidad o cáncer- que los laboratorios tampoco tienen intención de publicar.
En cuanto a la “higiene”, una sola mujer puede usar hasta un máximo de 11.400 tampones en su vida. Un negocio muy redituable. Lo cierto es que ningún organismo independiente o gubernamental se encarga de hacer los controles necesarios para saber qué se está introduciendo en el cuerpo femenino, simplemente se avala sin analizar.
Creemos que nuestros olores y formas son inaceptables. Una batería de productos dedicados a la higiene y estética están esperándonos en las góndolas para que no ofendamos a los otros, para disciplinarnos. Pretender que la menstruación no tenga olor o sea incolora es de un desconocimiento atroz, cuyo resultado es una denigración constante a los procesos naturales del cuerpo. Tenemos miedo de conocer nuestro cuerpo y lo sometemos a que lo nombre la ciencia.
No todo el conocimiento es inteligible por nuestros cinco sentidos. En todos los cuerpos, las hormonas guardan relación directa con los hemisferios del cerebro, aumentando o disminuyendo su actividad. En los cuerpos femeninos, el cerebro recibe y procesa la información de forma diferente de acuerdo a las fases del ciclo menstrual. Por ejemplo: la ovulación viene acompañada por un brusco aumento de la hormona foliculoestimulante y la hormona luteinizante, que provocan un aumento de la actividad en el hemisferio izquierdo, donde predomina lo consciente. Días antes de menstruar, la hormona progesterona hace que la energía vaya hacía el interior, activando más el hemisferio derecho, relacionado más a lo intuitivo e inconsciente.
Está claro que si alteramos estos factores el resultado será distinto o inesperado. Estas fuerzas biológicas determinan el comportamiento femenino como cíclico y no lineal. Algo así como las estaciones de la Tierra.
Es válido preguntarse porque no disponemos de esta información. Porqué encontramos estos datos por vías alternativas. Una vez más hallamos una respuesta en el usufructo de la sexualidad femenina. En el enriquecimiento a través de los laboratorios. Porque podemos encontrar la solución descartable a los dolores en el kiosco de acá a la vuelta.
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