Mi primera caja navideña

Mi primera caja navideña
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Por Rebe*

El jueves en el Barrio de Constitución muchas compañeras trabajadoras sexuales nos acercamos a la casa Roja en el “Día de la lucha contra la violencia hacia lxs trabajadorxs sexuales” para brindar y abrazarnos por todo lo que hemos vivido en el 2020, en medio de una Pandemia, donde recrudeció más la violencia policial hacía cuerpos racializados, esos cuerpos que nadie quiere ver ni hablar, ante tanto estigma decidimos organizarnos y hermanarnos. 

La pasamos re bien. La perrito y un montón de otras compas se animaron a bailar en la calle para nosotrxs y para todos los vecinos, comimos empanadas, pizzas, tomamos gaseosas hasta que se hizo la hora de despedirnos y que se repartan las Cajas navideñas. 

Yo no me había anotado para recibirla así que decidí quedarme piola al costado, en la espera se me acerca otra trabajadora sexual angustiada preguntándome si quedaban, yo le conté que había que esperar a ver si sobraban y en medio de esta charla se acerca otro compa y le explica lo mismo que yo. La charla iba y venía y yo observaba como las vecinas del barrio se llevaban cajas navideñas. Hasta que volví mi mirada a mis compañeras que estaban charlando, una de ellas saca su ticket y se lo dona a la otra, mientras recibía el ticket se pone a llorar y la abraza y le agradece. Fuimos para la fila, me cuenta que el chongo la había dejado sola con dos hijos y que quería llevarles pan dulce y los confites “aunque sea algo”, la solidaridad puta me invadió la cara, a pesar de este año, que para nosotras significó más pobreza, más precariedad, más violencia, las compañeras encuentran en pequeños actos la oportunidad de cambiarle la vida a los demás, porque eso somos en la clase popular, no tener es cosa de todos los días pero cuando se tiene, se comparte.

Yo recibí mi primera caja de navidad y me la dieron las putas, mi compañera se llevó la mesa dulce para sus hijos. Gracias Putas feministas por tanto amor, contención, Gracias a la organización. 

Cuando me vienen a cuestionar el trabajo sexual, cuando desde sus mesas llenas y sus sueldos de feministas blancas estatales hablan en contra de nosotras, nos acusan de cancelarlas, nos acusan de ser críticas, y cómo no serlo, si las feministas con la panza llena y el sueldo asegurado son las que niegan nuestros derechos, las que usan las redes de la clase media buena para acusarnos mediante notas en diarios. Nosotras luchamos por nuestros derechos, por los derechos de todas las putas, y del feminismo blanco estamos lejos.  

Solo una puta puede salvar a otra puta. Sí! Por eso peleamos por nuestros derechos laborales.

Todo mi amor para y por las putas. ❤️

*Puta marrona feminista

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