Activismo de la gordura: Pasa por mi cuerpo

Compartir

Activismo de la gordura: Dossier especial

 

Por Sofía Espul y Valeria Tellechea

 

Ser activistas de la gordura, militantes de la diversidad corporal. Ser también amiges, fanzineres, escritores, traductores, pero por sobre todo ser personas que se encuentran, se reconocen y se retroalimentan día a día. Entrevistamos a Laura Contrera, Luz Moreno y Nicolás Cuello quienes nos hablan acerca del activismo de la grasa y el desborde de los cuerpos, desde lo personal, lo político y también lo sudaka; en nuestras sociedades de consumo.

 

¿Qué significa ser activista de la gordura?

Luz: Para mi ser activista de la gordura fue como una deriva personal que tuvo que ver con identificar algunas opresiones que se me estaban asentando muy fuertemente en el cuerpo y que yo las daba por invisibles, no las podía ver claramente. Yo salí del closet de la gordura cuando empecé a ver que había otras formas de habitar mi cuerpo gordo, y que no tenían que ver desde la falta porque no cumplía con ciertos estereotipos corporales de belleza, médicos o societarios.

Laura: A mí el activismo gordo me salvó la vida un poco, se entremezcla lo personal con la historia política, esto me llevó a entender que la gordura es una barricada personal claramente por mi historia, por lo que nos pasa como sociedad con los cuerpos gordos, con los cuerpos pobres, con los cuerpos diversos funcionales, con los cuerpos que no entran en la norma. Me gusta pensar el activismo de la gordura como parte de un activismo de la diversidad corporal. Yo me siento afín con activismos trans, de la diversidad funcional, y otres, y ahí creo que me enmarco y me interesa este activismo.

Nico: Ser un activista de la gordura es tomar una posición política y explícita en torno a los efectos críticos que produce la diferencia del cuerpo gordo en la sociedad, para mí un activista de la gordura trabaja en pos de volver a explicitar esas dinámicas invisibles en la sociabilidad que están programadas para producir efectos de pulverización para nuestras subjetividades, nuestros deseos, nuestros cuerpos, nuestros modos de vida, nuestros sentires, nuestros futuros. Entonces un activista de la gordura para mí tiene ese trabajo, de intervenir en la desnaturalización de una violencia histórica, sistemática, muy imbricada con los procesos de construcción del capitalismo. Por eso el activismo que yo elijo es un activismo de la gordura de izquierda, que critica fuertemente a la construcción capitalista, verticalista y desigual. Un activismo de la gordura crítico necesita urgentemente prestar atención a procesos en los que están involucrados las diferencias de clases, raciales y otras diferencias corporales por eso hablamos de un frente de corporalidades impropias que están friccionando con aparatos de producción macropolítica de corporalidades normadas. Hoy en el activismo argentino somos muy pocas personas y todavía pagamos costos muy altos por exponernos, por abrir nuestras vidas, estamos en momentos en los que por lo general siempre socializamos experiencias personales.

 

¿Qué es para ustedes esta idea del orgullo gordo de la cual se separan?

Nico: La política del orgullo como política afirmativa propone cierta retórica en donde el cuerpo que es objeto de vergüenza toma un paso adelante y se recupera de una manera reivindicativa, lo que se identifica como orgullo gordo está asociado a cierta cultura terapéutica que se filtra sobre algunos activismos norteamericanos de la gordura. Por lo general hay como una estructura que tiene que ver con privilegiar ciertas retóricas o estrategias que vengan del empoderamiento, desde el autocuidado, desde la reconstrucción de la autovaloración fuertemente positiva. Las personas que nos desmarcamos de esa lógica del orgullo, que si bien como estrategia puede funcionar, pienso que estamos dándole valor justamente a la vergüenza como una plataforma de producción de discurso crítico y liberándonos de cierta exigencia que se construye en las políticas del orgullo que en general van asociadas con políticas de hipervisibilidad y suelen no hacer mucho lugar a contradicciones, momentos de dudas, de retracción, de rezagamiento; que son constitutivos de cualquier proceso de toma de conciencia o de cualquier proceso de profundización política de tu propia existencia. No hay una manera unilateral, lineal, transparente, porque eso es el neoliberalismo, una política de la hipervisibilidad transparente, clara, sin fisura, en algún sentido también colabora con una exigencia social de lo que debe ser lo político. Agradezco que seamos diferentes en términos de retóricas políticas pero creo que no reivindicar meramente el orgullo gordo me da un margen de experimentalidad y un margen de reflexión sobre el tiempo, los espacios y las dinámicas de poder sobre la corporalidad gorda que me parecen productivos.

Laura: Me parece que la retórica del orgullo tiene una sobreexigencia que por lo menos a algunas personas nos cuesta encarnar todo el tiempo al prototipo del activista siempre al palo, siempre bien, que siempre se levanta y su vida es hermosa, ama su cuerpo, siempre está feliz, nunca se siente mal, siempre puede dar consejos de vida y marcar donde el otro falla. Me parece que es un lugar casi imposible, a veces solamente no podes.

 

Laura Contrera, Nicolás Cuello y Luz Moreno.

¿Hay algún tipo de correlato o contraparte del activismo norteamericano en latinoamérica?

Laura: No se si lo vería como una contraparte, yo pienso mas que nada en tráfico, vandalismo, apropiación y relectura torcida y desviada; lo que se hace desde las lecturas latinoamericanas tiene que ver con una fuerte crítica geopolíticamente situada, a veces viene bien reivindicar las coordenadas desde donde producimos. El activismo norteamericano que es el más mainstream, es hetero cissexual, de clase media y blanco.

Nico: Pienso actualmente en países como Brasil, Colombia, Chile, Paraguay, Perú, México y en Argentina, que están teniendo mucha producción crítica en torno a las corporalidades gordas y por lo general siempre son iniciativas que están muy vinculadas a la producción de prácticas artísticas contemporáneas, de dispositivos performativos, de intervención callejera, el diseño de imágenes socializadas en internet dispuestas para ser apropiadas y reproducidas. Eso también genera un marco de referencia político sobre la térmica afectivo-política que está teniendo el activismo de la gordura en latinoamérica sudaka. Se están produciendo muchas cosas, desde muchas perspectivas distintas, algunas más vinculadas a prácticas artísticas, otras vinculadas a la producción de teoría, a la escritura de libros, a la gestión de espacios de sociabilidad, a la construcción de imágenes para la difusión pública, a proyectos editoriales, a proyectos fotográficos. También hay otras organizaciones que se están aproximando más a un discurso de reflexión en torno a modificaciones legales o a poder incidir en torno a la implementación de una política pública, por ejemplo en torno a la ley de talles, hay diferentes cosas.

 

Existe un discurso muy presente que instala la idea de obesidad=cuerpo enfermo. ¿Cómo plantean su activismo frente a este tipo de discurso?

Luz: No es lo mismo hablar de la obesidad y el sobrepeso, primero porque ambas tienen una historia bastante cargada de cómo se institucionalizó como una enfermedad dentro de los organismos rectores (OMS por ejemplo). Segundo, porque está implicado el tema de la alimentación y de distintas posiciones, a diferencia del activismo yanky que en esa cultura tienen una forma de consumir, nosotres hablamos desde una posición geopolíticamente situada. No podemos hablar de que todos los tipos de gordura son iguales, están atravesados por las cuestiones de clase, el lugar económico que ocupamos, la cultura, etcétera. Desandar la cuestión de la alimentación es un tema complejo porque no es lo mismo quien tiene la posibilidad de acceder a  determinados alimentos, al trabajader que tiene que aguantar mil horas y se clava alto guiso para aguantar 12 horas en la calle o es su única comida del día, la comida fuerte, ¿qué decimos de esa gordura? ¿qué es? Tenemos un mercado alimenticio que está todo el tiempo con este doble discurso que es la gestión de une mismo, del buen ciudadane contemporáneo que se auto controla y consume bien los alimentos. Esto frente a una persona de recursos escasos que está pensando si va a comer y no si tiene una línea de elecciones posibles. El capitalismo abona sobre los deseos, la satisfacción de deseos y necesidades, porque el hambre es una necesidad que va a estar cumplimentada también dentro del capitalismo, en una situación de clase media-alta hay una satisfacción de deseos que van a estar orientados a ciertos tipos de mercados, que no va ser lo mismo para una persona sin recursos.

Laura: Diría dos cosas, por un lado el activismo de la gordura trabaja muchísimo y muy bien, incluso el norteamericano, en esta noción de deslindar todas las gorduras de este sentido común que dice que se deben a la sobre-ingesta de alimentos malos y a una falta de ejercicio; esa es la ecuación, esto es lo que va a decir la OMS: hay que incentivar el consumo responsable de determinados alimentos, en un momento fueron los azúcares, ahora son las harinas, en otro momento fueron las grasas y así sucesivamente. Va variando pero básicamente la ecuación es la misma: ingerí menos y ejercitate más, eso se presupone como el equilibrio saludable que te va a dar como resultado final el descenso de peso o mantener un peso adecuado. La realidad es que si ésta es la cura para esta enfermedad, que para la OMS lo es -los trastornos de la alimentación son enfermedades-, nuestra ley de trastornos alimentarios incluye a la obesidad en esta taxonomía. Lo cierto es que es una cura que falla, falla todo el tiempo. La gente que reduce su gesta y aumenta su ejercicio, probablemente por un montón de razones que dependen de cada cuerpo, baja de peso y lo vuelve a subir o incluso gana más, el famoso efecto rebote, o no baja todo el peso que debería bajar según los estándares que han variado históricamente, que hoy es el famoso índice de masa corporal. Entonces ¿cuál es el problema? ¿no hay una cura?, bueno, tampoco hay una cura para el cáncer. Pero lo que pasa con la gordura es que es una enfermedad que no tiene cura pero que depende de la voluntad de las personas, lo cual es muy loco porque cuando falla no dicen que lo que falla es la dieta, sino que falla el gordo/la gorda que no se ejercitó lo suficiente, que seguro contrabandeó un sándwich de  milanesa, que dice que come ensalada pero seguro va a la casa y consume un montón de alimentos prohibidos, etcétera. Y a la vez el capitalismo, que juega con dos fantasmas muy grandes: el hambre -de gran parte de la población- y el miedo a engordar, todos estos elementos nos tendrían que hacer un poco de ruido. Entonces primer punto: saquemos que no todas las gorduras son producto de la alimentación. Y segundo, cuando están relacionadas con la alimentación viene todo esto que tiene que ver con quienes pueden acceder a los alimentos. Cada vez nuestras poblaciones más pobres son gordas y desde el  siglo XX los rices son cada vez más delgades -en general- y les pobres son más gordos, por esta deficiencia nutricional, por esta mala alimentación. Nos tendría que encender una alarma sobre qué pasa con la alimentación en el mundo, qué pasa con la distribución desigual del acceso al alimento.

Nico: Y con la desigualdad estructural que marca trayectorias económicas diferenciales y también obviamente al mismo tiempo con un sistema que productiviza fuerzas de trabajo de manera vertical y explotadora que hace que ciertos cuerpos en sus trayectos como trabajadores vinculados al ingreso económico y a la posibilidad de inversión tengan conductas de alimentación diferenciales.

Luz: hay datos fuertes, por ejemplo el aumento de la obesidad en el mundo es proporcional al aumento de la industria de la dieta, y no es que la industria de la dieta creció después, fue al revés, creció primero la industria de la dieta y creció por lo tanto la cantidad de obesidad en el mundo. No se invierte en investigación metabólica, los estudios farmacéuticos por ejemplo en anticonceptivos son hasta 110 kilos, todo lo que está por fuera no sabemos cuál es la efectividad del fármaco. Esto que parece una sutileza, cuando nos subimos al ascensor y dice 6 personas 600 kilos te está poniendo ya un rango de normalidad de cual es el peso que vos tenés que llegar a tener.

Nico: La categoría de obesidad y los distintos tipos de obesidad disponibles, son producto del índice de masa corporal, que es una proporción, una cuenta matemática la cual determina según una variabilidad que está prefijada por ciertas condiciones político-históricas que nunca quedan del todo expuestas pero que son igual de arbitrarias que cualquier otro de esos registros biopolíticos de la normalidad. Esas categorías son necesarias para el sostenimiento de un régimen de producción masivo de los cuerpos, del ingreso, de la distribución de las riquezas, el sostenimiento de la gordura como una patología o como un desorden alimenticio permanentemente. La condición de enfermedad también responde a procesos políticos-culturales de inadaptación a la diversidad corporal, de inadaptación a la flexibilización de marcos de interpretación que son ansiosos, que tienen un montón de fundamentos a priori que están en general en pugna con ciertos intereses del mercado. O somos les cerdos burgueses o les gordos productos de la expresión última del hiperconsumismo del capitalismo. Esas miradas siempre lo que hacen es pulverizar la posibilidad de que haya una diversidad de cuerpos, de que existan distintas formas de vinculación con la alimentación.

Laura: Es tremendo que alguien tenga que aceptar la patologización de su existencia para ser leída. Hoy por ejemplo, por suerte en Argentina que existe la ley de identidad de género no se nos ocurriría pedirle a la persona un certificado psiquiátrico -porque la ley lo impide- para que tenga validez su manera de expresar su identidad de género, entonces nos creemos muy progres, pero hoy en día una persona gorda tiene que autoenunciarse como obesa para poder decir me están discriminando en tal obra social que no me aceptan por mi alto peso corporal.

 

De todo este proceso escribieron un libro.

Laura: El libro se propuso desde la ética fanzinera, primero lo pensamos desde el activismo latinoamericano y al final quedó cerrado a nivel regional, terminó siendo como un mapa de las primeras discusiones. Nuestro libro fue de los primeros que se pensó pero salieron otros antes por tener otras condiciones de producción. Es un paneo, una cartografía urgente de un momento inaugural del activismo gordo, todavía seguimos en un momento inaugural pero hoy ya hemos dado más pasos, de hecho hay un texto mío que recopila lo primero que escribí en el 2011 y ya hay un montón de cosas que ya no las enunciaría así, que se complejizaron, pero es eso un testimonio de ese momento.

Luz: Hemos ido complejizando el mapa de cuestiones a tratar dentro del activismo, se armó una alianza, con políticas de cuidado entre nosotres, porque también es muy fuerte andar pregoneando el activismo porque estás poniendo el cuerpo, el mismo cuerpo por el que pasan todas tus opresiones, todas tus cosas y no todos los días tenés ganas de salir al mundo y de decir: hola soy activista.

Nico: Ni de que todo el mundo te identifique en ese lugar, nosotres las cosas que hacemos las hacemos porque nos interesa producir libertad, tenemos este tipo de enunciación encarnada y nos interesa producir libertad en torno a este tipo de encarnaciones, a este tipo de coordenadas, pero eso no nos reduce como personas, como sujetos políticos, estamos atravesades también por otras biografías políticas, por un montón de otras discusiones de debates. También a veces pasa que cierta matriz de inteligibilidad neoliberal sobre el activismo y la política de identidad reduce cualquier tipo de enunciación a “nosotres como gordes hablamos solamente de gordura”, sí hablamos de gordura pero hablamos también de muchas otras cosas, de alianzas corporales de regímenes de distribución del alimento, hablamos de momentos del presente capitalista, hablamos de formas de intervenir el espacio público, hablamos de arte, de producción de imágenes, de tráfico; a veces no hablamos, a veces nos cuesta hablar, a veces tartamudeamos, nos callamos o no hay ganas de hablar.

 

El taller Hacer la vista gorda que ya va por su quinto encuentro, es una especie de cartografía del activismo gordx, un espacio donde se entrecruzan textos, debates, experiencias individuales y colectivas, alianzas, amistades, reflexiones políticas y un sinfín de posibilidades.

Info y producciones

 

Ph: Florencia Di Tullio

 

Dossier Especial: Activismo Gordx

Encajar – Por Revista Furias

Desobediencia con nombre propio. Por Nadia Beherens

 

Commentarios de Facebook

0 comentarios

Trackbacks/Pingbacks

  1. Activismo gordo: el camino hacia una gordura orgullosa* – por Sofi Larrine – La apartada - […] *Fuentes: Awid, Revista Furias, Yorokobu. Esta nota estuvo inspirada  por el podcast  Pernocte, capítulo La Vista Gorda -particularmente recomendado.  […]
  2. Desobediencia con nombre propio - […] Pasa por mi cuerpo. Entrevista a Laura Contrera, Luz Moreno y Nicolás Cuello. Por Sofía Espul y Va… […]
  3. Dossier Especial: Activismo Gorde - Encajar - […] Pasa por mi cuerpo. Entrevista a Laura Contrera, Luz Moreno y Nicolás Cuello. Por Sofía Espul y Va… […]

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ceres Elementos Naturales
borde gris top
Contenido relacionado
Contenido relacionado
Las marcas del fuego

Las marcas del fuego

La crisis climática genera más frecuentes y más extensas temporadas de incendios forestales, y la Patagonia es una de las regiones más golpeadas. En marzo de 2021 una tormenta de fuego en Chubut cambió la vida de miles de personas. Andrea Depetri es una de ellas