Leonor Silvestri, Enemiga Pública

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Entrevista a Leonor Silvestri, fragmento adelanto de su libro de entrevistas Enemiga Pública (editorial Del signo)

Florencia Podestá*

 

Leonor Silvestri enseña con la rabia necesaria para afrontar con mejores estrategias eso que llaman “vida”, para no creernos lo cuentos que nos restan alegría y apuran nuestra obsolescencia programada.

Reina luddita que destroza los héroes con tarascones precisos de perra cínica. Construye un devenir minoritario donde muches quieren estar incluidas.

Leonor, cinturón negro de kick boxing Wako, escritora y traductora especializada en poesía clásica, profesora autodidacta de filosofía, practicante de Muay Thai y Bjj y discapacitada legal, sobreviviente a la censura del feminismo de la corrección política y a la judicialización LGTBQI asimilacionista y profesora de defensa personal para mujeres cis y trans. Su recorrido vital y político puede leerse como una búsqueda de la consistencia consigo misma. En este trayecto ha construido una obra que incluye performances, manifiestos, fanzines, ensayos filosóficos, activismo, hondos desencuentros, programas de radio y videos, bandas de punk-rock, prácticas BDSM, exhibicionismo y rumores: una obra en la que ella misma, como cuerpo, es la materia prima y el producto siempre in progress.

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¿Qué te motivo a dar comienzo a tus talleres de filosofía y recorrer textos que la academia desprecia o ignora?

Tener un trabajo. Empecé como una oportunidad de ganarme el sustento sin tener patrón o con un patrón diferido (que la gente demanda como si te estuviera pagando aguinaldo, vacaciones, obra social, pero al menos no puede darte órdenes). En una librería me ofrecieron dar un taller de mitología antigua y nunca paré. Después surgió que solo enseño lo que me gusta leer a mi, aunque sea para criticarlo, y que suele coincidir, precisamente, con cosas que la academia desprecia o que no llega o llega tarde, después de que vieron mis videos colgados en internet, por ejemplo (ha ocurrido muchas veces) o simplemente doy lo mismo pero de maneras que serían impensables en la universidad.

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Foucault para encapuchadas y Ética amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres se convirtieron en una especie de manual, que lejos del efecto adormecedor y asimilacionista del género autoayuda o ciertas corrientes filosóficas, te adentran en una lectura de la cual no salís siendo la misma. ¿Cuál es tu opinión sobre estos libros luego de varios años de haber sido publicados por primera vez? ¿Qué acontecimientos o reflexiones de este tiempo se plasmaron en las versiones ampliadas de la flamante editorial Queen Ludd?

Pues no reniego en tanto he sido parte de su construcción donde hacíamos otras cosas además de esos libros (perfos, talleres, grupos, imágenes, radio, programas de youtube y amistad). He sido, para bien y para mal, su cara más visible, su fundadora o gestadora, y su amanuense. Pero ya no soy parte de esa forma de pensar, por el momento. Me dedico a otra cosa y lo celebro. Me aburren y desconfío de aquellas personas que siempre hacen más o menos lo mismo y jamás mutan. De Ludditas (así le decimos de entre casa) rescato su construcción de la soledad como forma de vida para todas aquellas que hemos sido asignadas a la violencia de género llamada mujer. Creo que es lo más preciso y precioso que tiene el libro y sigo pensando que no podremos vivir bien si no aprendemos a disfrutar nuestra soledad. Muchos años después, con el cuerpo explotado por las lógicas capacitistas capitalistas yo ya no podría, ni deseo, vivir acorde a eso que plantea el libro en cuanto a libre juego sexo-afectivo múltiple. Me parece estupendo que otras personas emprendan ese camino, hasta incluso me atrevo a decir que lo recomiendo. En ese momento no sabíamos o no queríamos saber, no entendimos que esa multiplicidad sexoafectiva es un lujo capacitista neurotípica para utilizar el lenguaje de la moda políticamente correcta. No obstante recomiendo su lectura porque como bien dice el libro los celos no tienen solo la forma del sexo y la soledad se cierne como un mal, en vez de como una virtud insoslayable, sobre todas nosotras, la soledad sigue siendo considerada la medida de nuestro fracaso en vez de nuestro éxito y lo que más nos atemoriza. De Foucault para encapuchadas, sigo coincidiendo creo que con más partes, pero ahí encontramos el estilo que ya jamás nos abandonaría, por el momento: el puro desprecio y esputo sobre la humanidad toda, la cual me da asco. Solo que ya no creo en el queer mucho menos en lo LGTB como potencia destructiva de nada. Hasta a veces creo que hemos sido un dispositivo sin más de control y normalización (me refiero como movimiento).

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Contanos cómo surgió Queen Ludd, ¿qué espacio vacante viene a ocupar en el mundo editorial? (si es que le interesa hacerlo)

Las cosas son siempre mucho menos épicas de lo que una nota en un suplemento LGTB o feminista querrían contarlas. Básicamente debíamos irnos de la editorial anterior. Las editoriales así llamadas independientes nos proponen un tendal de razones para irnos: desde pésimos manejos a la hora de promocionar los materiales hasta denuncias de abuso, pasando por lisa y llanamente quedarse con pequeños vueltos. Por eso, como se había cumplido un ciclo, no estaba funcionando (desprolijidad, mugre, malosentendidos, machirulismo, hippismo, nenonas de mama, gente nefasta trabajando ahí, regalar libros para prensa a las hijas del poder, obturar el crecimiento de una obra, querer ser noticia como editor y no darle espacio para que los libros lo sean, etc.) Como cenamos con la venta de esos libros tuvimos que seguir publicando y armamos Queen Ludd en honor a nuestro primer gran éxito y al luddismo todo que rompe cosas de manera violenta sin pedir tanto perdón. Queremos, sí, politizar a la pequeña productora de sus propios bienes intangibles que vive de hacer sus libros, como una señora de la comunidad boliviana que vende el jengibre que ella misma planta, pero con los conceptos, las palabras y los libros.

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Creo que uno de tus grandes aportes a la reflexión actual es terminar con el mandato  del cuerpo sano como un dispositivo de captura que determina la obturación de las potencias del cuerpo e invisibiliza la diversidad y aquello de no descubrir-saber lo que un cuerpo puede. Tu libro Games of Crohn, tus clases particulares y grupales y las producciones audiovisuales Mutantes y orgullosas entre otras intervenciones son un testimonio de ello. Pero al mismo tiempo propicias espacios y estrategias muy poderosas para el funcionamiento de los cuerpos: una combinación potente entre  filosofía y  entrenamiento físico. ¿Qué anhelas al impartir estas lecciones?¿Con qué te topaste al comenzar a dictar tus clases de autodefensa?

Mirá, hasta que no me enfermé, digámosle así a la operación de diagnóstico, no me percaté, por estúpido que suene, de que 1. no era eterna, 2. envejecía rápidamente, 3. la salud es un cuento capacitista. Como del hospital se sale fuerte o desempoderada yo decidí con lo que me tocaba en suerte iba a sacarle viruta al piso. Alguien me alentó mientras yo le lloraba por lo que se me iba para no volver con esa ficción llamada salud. Luego vino lo demás. El documental de Games of crohn y el Mutantes y Orgullosas con Mai Stansauger,  Games of crohn: diario de una internación, volver a entrenar, graduarme de mi único título cinturón negro Wako, seguir entrenando, volverme a subir al ring para bajarme sabiendo que ya no iba a poder con eso. Hasta que un día me colapsó la cabeza viendo todas esas imágenes que todas hemos visto de violencia contra mujeres cis y trans que circulan en redes sociales y donde lo único que se nos ocurre hacer a la mayor parte de nosotras es indignarnos, filmar un video, reclamar al sistema penal, y pensé que dado mis conocimientos aplicados de muchas disciplinas que entreno y he entrenado, no como para ganar un campeonato, sino como para ponerle un freno a algo y escapar, podía dar un entrenamiento defensivo para mujeres cis y trans. No son clases de deporte de combate, sino un entrenamiento y acondicionamiento físico (lo que más nos falta a todas) para poder aplicar las técnicas en tiempo y forma orientado a mujeres que nunca entrenaron o han entrenado poco y no se sienten cómodas, por los motivos que sean, entrenando deportes de combate o artes marciales cada día más orientadas no tanto a lo defensivo sino a la competencia en torneos que no son para todo el mundo. Demostrarles a las que vienen que se puede tener el cuerpo con la suficiente fuerza y sangre como para zafar y hasta ganar no te digo en un ring sino en la vida, y salir más o menos ilesas o al menos vivas. Empecé a entrenar después de mi última violación perpetrada por un señor sin pene que más luego me judicializó por mencionar su nombre (la nueva tendencia en casos de abuso, denuncia primero el agresor sexual y así no solo le creen a él las ilusas o las resentidas, sino que además te obtura la capacidad de cualquier respuesta). Luego de esa experiencia dije “a mi no me violan más”. Entrenar para escapar o enfrentar el miedo y la parálisis es entrenable sin límite de edad. Me encontré con personas arrasadas en su autoconfianza, en su seguridad y en sus capacidades físicas. No sabemos ni comer. Nos han desnutrido ex professo desde pequeñas para tener la respuesta física de una babosa. Todo eso es subsanable con paciencia, disciplina, confianza y perseverancia. No soy una pacifista creo que la respuestas de la oprimida no significa lo mismo que la agresión del opresor; creo que la paz es un lujo de cheta de barrio fino. Pero lo que más me sorprendió de empezar con el entrenamiento defensivo es darme cuenta que las réplicas que el asunto tendría no serían en términos de cooperación sino de crítica y competición mercantil por parte de gente con la capacidad económica de no trabajar (por ejemplo, algunas feministas pro-sex K han llegado a escribir que este tipo de entrenamientos “pone en riesgo a  las mujeres” -¿será que las perimetrales funcionan muy bien?- o ciertos espacios queer de dinero ofreciendo el mismo servicio a la misma hora -pero llevado adelante por machunos heterocis-), todo so pretexto de “no me di cuenta, no me enteré”. Y la pregunta siempre es la misma: ¿Cómo quiénes son el problema me van a aportar la solución? Entrego algo más que conocimientos de deportes de combate combinados, para eso hay docentes mucho más preparados que yo mismo ahí donde las clases se están llevando adelante. De lo que estoy segura es que no hay cinturones negros tanto en deportes de combate como en el feminismo con experiencia comprobable en lidiar con fuerzas represivas es decir patriarcales, judicializaciones y calle como yo.

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¿Qué pensas de les movimientos feministas en la actualidad? Al respecto ¿qué es lo que se pierde en pos de la construcción de hegemonía?

Para que haya un movimiento debería moverse, no? Eso es lo primero que pienso. Que está quieto y como todo lo estanco se vuelve pútrido, hediondo, pestilente y turbio, agua no bebible. No me enteré que se estuviera construyendo una hegemonía. Solo me di cuenta que se estaba acrecentando ya sea las arcas simbólicas o las materiales de ciertas señoras feudales y sus siervas de la gleba y no mucho más. La verdad es que si tuvieran la confianza que yo tengo en lo que hago y lo que dejo al morir no perderían tanto tiempo en rivalidades, ninguneos, oprobios, chantajes o montajes. Pero se saben sin talento cuando apoyan la cabeza en la almohada para nada que no sea el lobby mismo. Creo que el feminismo, no solo acá, sino en el mundo debe hacerse cargo que ha servido en buena parte para destruirnos las unas a las otras, además de ser un dispositivo de control ya sea para capturar la libertad al estilo de un partido pero invisible ya sea para solo postular la elección (nada más liberal y contractualista por cierto) como único primado y axioma. Creo que es menester devenir feministas anónimas, como me dijo Lucia Brassa, alejarse del feminismo como espacio de encuentro, hacerlo crecer como ética en prácticas cotidianas (sino pasará como con esos espacios galería de artes centro culturales queer solo de vista pero no de vida) y recordar que una relación romántica, idealizada y monogámica con un lexema que sirve tanto como para que Madonna venda un nuevo hit o reciba un premio, como para que Dior estampe remeras que nadie puede comprar o para que Watson diga estupideces, no es una buena idea. Creo que es hora de desafiliarse del feminismo para llevarse algunas de sus buenas y queridas prácticas caídas en desuso a espacios híbridos con menos pretensiones pero donde todavía existe lo vital. Y desde ya no creo en las políticas de género de las organizaciones gubernamentales o no gubernamentales porque de ser cierto que nos quieren vivas nos estarían invitando a prepararnos física y mentalmente para el combate.

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Cuando parece que el feminismo en nuestro país es en su mayoría abolicionista ¿Qué decir de ese gran trabajo de reflexión y deconstrucción de mitos que es Trabajo Sexual en Primera Persona?

Nuestro país es prohibicionista y negacionista. Las así llamadas abolicionistas gastan tanto tiempo en atacar lisa y llanamente a las popes pro sex o a las presidentas del partido de las trabajadoras sexuales que pierden de vista reflexiones más complejas y más interesantes sobre legalidades, ilegalidades, roles del estado, represiones, y economías informales. Al margen de que nunca falta la señora mayor que está, como yo, haciéndose más vieja, y no tolera que las jóvenes sepan más y digan cosas más interesantes. Los video-entrevistas de trabajo sexual en primera persona fueron y son necesarios para que hablen las supuestas reificadas por las campañas del rescate y la industria de la punitivización del coto ongeista abolicionista. Si luego, toda una caterva de pequebus del queer se creen que ser puta es joda, divertido y disidencia sexual per se, allá ellas. Que vayan y lean desde las revueltas del café Compton’s, movimiento STAR, que chequeen quien fue Candy Darling, Marsha Johnson, Sylvia Rivera, y que revisen la vida del FLH en Argentina o miren Paris is Burning. Sin embargo, esos videos fueron un intento muy acertado por cierto de hacer un poco de contra peso para que nos dejen a todas de sangrar los oídos y cese el desprendimiento de retina con la sarta de pelotudeces que las señoras del bien o las señoras del mal que ahora son del bien y se rescataron y ya no cobran por sus orgasmos nos tienen acostumbradas en las redes sociales. Estamos a años luz, no obstante, de una teoría económica feminista como la de Federici y las tareas gratuitas por amor, o las reflexiones de Pheterson o Dolores Juliano, enredadas en la maraña de egos y disputa por poder y “correlación de fuerzas” de personas que en realidad quieren vivir de un sueldo del estado. Unas y otras solo puede estancarse y chapotear en el lodo de la figura del consentimiento, cuando todas sabemos que consentimos cosas con las que no estamos de acuerdo, o de explotación, cuando esa es la esencia de este mundo capitalista, mientras se disputan las oficinas gubernamentales y no gubernamentales donde hay dinero. Si vamos a hablar de tráfico hablemos de órganos y trabajos esclavos clandestinos. Hablemos de centros de acogida donde se filman las snuff y el porno infantil con las crías expropiadas a las “malas madres” putas inmigrantes, como el caso de Guatemala. Hablemos de las perversidades institucionales. Hablemos por fuera de los partidos políticos y de la política clásica aceptable. Y especialmente que la marginalidad permita construir una comunidad vivible para las sin comunidad.

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Elaboras pensamientos que son una mixtura de personajes de la cultura pop- espectáculo de cabotaje, filosofía encumbrada y ciertos autores un tanto marginales.  Si metemos en una coctelera a la Peña, a la Rosa (Perlongher), al loco de Turín y a la One, ¿qué reflexiones sobre los cuerpos podrían dar vida a un buen trago?

Creo en la existencia de una cultura popular no solamente como efecto de la cultura dominante o como intento de esa cultura de devastar lo no hegemónico. Creo tanto en la agresividad nietszcheana como en el vedettismo de Moria Casán que no se disculpa por hacerse vieja y mala.  Extraño muchísimo a Peña porque con él probablemente se haya muerto el último puto realmente malo no mendicante de este país. No siento que sean cosas separadas. La escuela de Frankfurt -ese invento académico leninoide- cuanto daño ha hecho marcando lo que es industria cultural de lo que merece la pena ser difundido. No creo en la corrección política y se puede aprender tanto de la vida con Perlongher como con la maligna Natacha Jaitt, cuya “sinceridad” prefiero mil veces a la impostura de otras vedetongas que aceptan en su set a las activistas por la igualdad de los cuerpos contra la gordofobia solo para darse vuelta y pensar aberraciones de ellas. Por eso, hay que sabérselo todo. No es una cosa o la otra. Necesitamos armas, no para sentenciar juicios, sino para fugar y gozar de los pocos espacios de inteligencia, diversión, vicio y euforia que aún quedan no reterritorializados por el deber ser de las ideas del Bien. No es que idolatre o banque a ciertas vedettes, es que creo que su forma de encarar la vida valen más la pena que Hermione, she4he/he4she, o sus émulas autóctonas criollas, o que las señoras de la academia agitando pánico y viendo a Ciudad Juárez en cada asentamiento mientras culpabilizan a la víctima de su propio femicidio. El problema ha sido y sigue siendo el bien, el truco más ingenioso del sistema, querer salvar. Todas cristianas morales encubiertas, están más cerca de la campaña de “el bebito” de lo que se imaginan.

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¿Mejor mala víctima que bien acompañada? Justifique.

¡Siempre! La mala víctima es aquella que la abogada feminista que hace carrera tomando casos convenientes no defiende por cachivache, aquella que la socióloga prestigiosa y académica culpa de su propio femicidio y violación, aquella que las otras feministas celebran si la partió un rayo. La mala víctima en realidad no es víctima. Es aquella que sobrevivió a su daño para dar cuenta de él y de su vulnerabilidad y de un modo u otro no puede ser capitalizado por las industrias feministas blancas occidentalizantes que se suman a la maquinaria que da poder a las instituciones del estado que son TODAS represivo-punitivistas. La mala víctima no es víctima, repito, es la que tiene el aguante como para bancar los trapos sola y la que no quiere vivir por siempre porque la eternidad es otra cosa. La mala víctima no está definida por su abuso ni su violación, sino al reves, su violador intenta pasar al frente agitando la bandera de “mirenme mirenme yo yo yo”. La mala víctima es aquella que no le conviene a los feminismos progresistas, la que preferirían ver muerta. Empecé a pensar el concepto de mala víctima a partir de mi propia judicialización en lo civil y en lo penal y las varias perimetrales por parte de mi violador y mi negativa a 1. pedir escupidera (soy boxeadora no pido el banquito), 2. a definirme por el daño que el me ha causado. La mala víctima es la “fanática de los boliches que abandona la secundaria”, la que le gusta el BDSM, la mal llevada, la que no va a pedir disculpas y la que se sabe en lo cierto. Es la que viva o muerta expande los límites de lo pensable (¿a quién se le ocurriría pensar que un varón trans heterocis puede violar?, por ejemplo). La mala víctima es la que trama como en la película Elle (¡véanla! Hay más sororidad y feminismo ahí que en casi todos los libros actuales!) su legítima defensa. Lo que más lamento de este mundo es no poder plantear, aún, legítimas defensas preventivas, como la policía le llama cuando nos hace cagar a nosotras y a nosotros con su “gatillo fácil”. La mala víctima es la que no dice “me arrepiento” es la que reclama su derecho a estar “enfiestada y drogada” y no obstante seguir viviendo. Es la que muestra que la virilidad se expresa a través de la capacidad de violar y la que demuestra que quien apela al aparato jurídico penal es porque no le teme a la policía y ahí detrás hay un rati.

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Para finalizar, frente al panorama actual en nuestro país ¿son posibles líneas de fuga? si es que existen algunas.

Yo tengo el don de creer, que es un don que los anarquistas, dice Ferrer, tenían, y no se le concede a cualquiera. A tu pregunta de si son posibles, siempre voy a decir SÍ, que no es lo mismo que decir que sepa ni cómo ni cuáles. Lo que sí sé es que de algunas fugas hay que fugar porque de tanto desterritorializar ya se convirtieron en territorializaciones.

 

Algunos de sus libros son la tetratología La guerra en curso (Nos es nada, Paris, 2016), Guerra Fría (Germinal Costa Rica 2014), El Don de Creer (Curcuma. 2010; Germinal, Costa Rica; Santa Muerte Cartonera México, 2009); el curso. mitología grecolatina (libro-objeto CD-rom. Voy a salir y si me hiere un rayo. 2006); y Nugae, Teoría de la traducción (Simurg. 2003); Irlandesas, 14 poetas contemporáneas (de Bajo la Luna 2011); y del ensayo Catulo, Poemas. Una introducción crítica (Santiago Arcos. 2005). Con Ludditas Sexxxuales publicaron en esta editorial Ética Amatoria del deseo libertario y las afectaciones libres y alegres (2012) y con Manada de Lobxs, Foucault para encapuchadas (2014). Junto a Mai Staunsager, filmó el documental homónimo, “Games of Crohn” y Trabajo Sexual en Primera persona, serie de videos que donde hablan las protagonistas del trabajo sexual elegido para Ammar CTA. Con Candelaria Gutierrez filmó Nadie sabe lo que el cuerpo puede y con Sole Rubin El pan de cada día, corto posporno. Actualmente dirige la editorial Queen Ludd Editora y realiza los videos Mutantes y Orgullosas con Mai Staunsagerr y Cortá Acá: Mala Víctima de próxima aparición con Nicolás Apontinopla. Su trabajo audiovisual incluye los videos Quiero flashear ser progre.

 

* Periodista a desgano, docente- UNDAV

 

Ph: Florencia Di Tullio

 

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