Luchadora social, militante política: MUJER

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Uruguay

Por Valentina Machado y Sofía Umbre

 

Es maestra y uruguaya, nació en el año 1949. Comenzó su militancia en el centro de estudiantes de magisterio, fue presa política de la dictadura militar en su país con 21 años y vivió el exilio en Italia. Conoció el feminismo a temprana edad, fue militante anarquista y sobrevivió al plan Cóndor en Brasil. Compañera en la lucha y en la vida de Universindo Rodríguez, madre de dos hijos, hoy Lilián Celiberti es coordinadora del Centro de Comunicación Virginia Woolf – Cotidiano Mujer y nos contó cómo fue su vida.

 

HUELLAS

Lilián es la hermana mayor de la familia, a los 16 años comenzó a estudiar magisterio, carrera que reconoce como noble y que en esos años tenía referentes muy fuertes.  “De niña siempre pensé que iba a ser maestra, o sea de esas cosas que en general las niñas jugamos, un poco condicionadas por nuestra educación, completamente sexista y orientada a ciertas profesiones”. En estos años, se despertó en ella una conciencia social con la indignación como motor.

En 1966 integró un grupo de acción socio pedagógico con sus compañeros de magisterio con el cual recorrían escuelas rurales “ir al medio rural, para mí fue muy significativo porque fue reconocer al otro como igual. Encauzó totalmente mi vida, tuvo una influencia en mí absolutamente determinante, hubo un antes y un después de esas misiones socio pedagógicas. Primero por el compromiso político que me despertó y por la necesidad de búsqueda que un adolescente siempre tiene”.

La docente reconoce que en ese entonces aún no había reflexiones feministas en su interior pero que comienza a surgir una fuerte crítica social. Los hechos comienzan a sucederse de manera vertiginosa y al año siguiente es electa como parte de la directiva de su centro estudiantil. Se acercaba el año 1968 y los conflictos estudiantiles estaban a la vuelta de la esquina, estos años marcarían la impronta política y social de Celiberti. La mayoría de sus compañeros de generación años después serán desaparecidos, entre ellos Helena Quinteros, Sara Méndez y Gustavo Insaurralde.

Llegaban los años 70´, la escalada represiva de Uruguay iba en aumento y Lilián comienza a reconocer sin poder poner en palabras, algunos preconceptos existentes en la cabeza de sus compañeros que despiertan su indignación “dos episodios me marcaron, sin tener reflexión sobre ellos, de formas distintas pero muy profundamente”. El primero era la terrible discriminación y burlas constantes que sufría uno de sus compañeros del gremio por ser amanerado: “me sentía sin argumentos suficientes pero con una indignación muy fuerte frente a esos comportamientos, entonces hacia intervenciones muy violentas, yo no tenía las palabras. Hoy es común, mi nieta que tiene 14 años puede decir: ‘es un machista’. Pero en ese momento no teníamos lenguaje porque no existía el debate público”.

En el año 1969 Lilián ya estaba casada con Universindo Rodríguez, quien algunos años más tarde será el padre de sus dos hijos. En estos años aparece el segundo episodio, un compañero mata a su pareja, ambos eran estudiantes de la agrupación de magisterio y padres de un hijo pequeño. “Lo que a mí más me desconcertó, me descolocó y me indignó, lo tengo como recuerdo de mi primera rebeldía feminista, fue ver que los varones lo iban a ver a la cárcel, los compañeros decían hay que apoyarlo porque está solo y muy arrepentido”.

Luego de estos hechos que dejan su huella en el pensamiento de aquella estudiante, Uruguay sufre un golpe de estado, ahora el centro de la lucha será contra la dictadura. En el año 1972, con 21 años, Celiberti trabaja de maestra en una escuela del barrio Cerro, militaba en la Federación Anarquista Uruguaya (FAU) y es detenida por los militares. Durante dos años pasa por varios cuarteles y por la cárcel de Punta de Rieles, gracias a que su causa no era judicial y a una cláusula que su familia gestionó, logra salir de prisión y emprende lo que será un doloroso exilio en Italia ya que la cláusula no permitía el exilio en ningún país de Latinoamérica. “Es ahí que conozco el feminismo en realidad”. En Milán había un gran movimiento de mujeres que acababan de ganar la legalización del divorcio y hacían campaña por el aborto.

 

REDES

Concentrada en la situación de Uruguay, con 24 años y un hijo, Lilián conoce un movimiento feminista de autoconciencia y análisis que queda rumiando internamente. En ese momento su núcleo de reflexión y pensamiento estaban en su país, por lo cual no se abocaba a las causas feministas aun. “Tenía una amiga feminista, ella se acercó como asistente social, era de un grupo de izquierda y quería ayudar, los movimientos solidarios eran muy grandes, había mucha solidaridad con América Latina, sobre todo con Chile, porque Allende generaba eso”.

Corría el año 1976, en Uruguay sus amigos estaban siendo desaparecidos o encarcelados. “Empezamos a pensar en la figura del desaparecido que parecía insólito”. “Yo estaba viviendo y trabajando en una casa mientras que mis amigos estaban siendo masacrados en Argentina”. Esto motivó a Lilián a volver a conectarse y colaborar con acciones de ayuda y denuncia contra el gobierno totalitario de Uruguay. Se vincula con el Partido por la Victoria del Pueblo (PVP) que había sido fundado en Buenos Aires en el año 1975. En 1978 se muda a Brasil para estar más cerca, “habíamos organizado una acción de denuncia y apoyo a las madres de desaparecidos uruguayos”.

Junto a otros compañeros crean el Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía en Uruguay, “eran misiones de abogados de renombre, demócratas, gente comprometida con los derechos humanos, que tuvieran relevancia para ser impolutos frente a la dictadura de Uruguay, para además de recoger información, denunciar internacionalmente”. Lilián cuenta que se entera de una movilización contra la dictadura de Bazner en Bolivia que había comenzado con cinco mujeres, esposas de mineros, y había terminado con miles de personas haciendo huelga de hambre. “Pensamos que era importante ir a Bolivia conocer cómo se estaban organizando, la idea era ver que se hace con estas dictaduras que estaban en todos los países”.

 

PLAN CÓNDOR

Sabíamos de la existencia de la coordinación represiva, del Cóndor, en el momento no sabíamos que se llamaba Cóndor, pero sabíamos a partir de testimonios de compañeros en Argentina (…) teníamos la intuición de que Paraguay y Chile participaban, de hecho hubo compañeros que desaparecieron en Argentina y sus hijos aparecieron bastante después en Chile”. En Brasil era otro cantar, ya hacía más de diez años del golpe de estado, la represión si bien estaba presente era menor que en los países vecinos.

Mediante la ejecución de este plan es que secuestran a Lilian en Porto Alegre con la intención de llevarla a Uruguay, aquí comienza una historia de película. “Comienza en el momento del secuestro, cuando me traen para Uruguay, venía en una camioneta con mis dos hijos pequeños pensando; ‘algo tengo que hacer, no puedo entregarme así’, entonces decido decirles que va haber una reunión en mi casa en Porto Alegre. Me llevan de nuevo a mi casa, porque hay lógicas, cada uno dialoga en código y lógicas determinados, los militares represivos tenían la suya y era: cuantas más personas detengo, más exitoso soy. Es en esa lógica en la cual yo razono que es mi única salida. Parte del interrogatorio se hace en mi propia casa, yo estaba muy firme en mi propósito, en la meta que me había puesto: llegar al viernes”.

Lilián y sus compañeros tenían métodos para corroborar la seguridad de cada uno: llamaban una vez por día de una cabina telefónica. Ella imaginó que si no llamaba durante tres días, sus compañeros sospecharían que algo no estaba bien, y así fue. Tres días después llegó un telegrama desde París pidiendo que se comunique, los militares la presionan para que lo haga, lo hace y logra transmitir mediante un código cuál es su situación, con la intención de que la prensa hiciera público el secuestro. “Al otro día aparecen los periodistas, entonces ahí hay dos cosas: efectivamente mis compañeros entendieron mi mensaje y actuaron, y esto era posible en Brasil, en Argentina no hubiera sido posible una acción semejante porque a los periodistas los secuestran, los desaparecen”. En cambio en Brasil al año siguiente es promulgada la ley de amnistía.

Luego de esto Lilián y su marido Universindo Rodríguez están 5 años presos en Uruguay. “Nos castigaron por lo que había sucedido en Brasil, nos dejaron solos, estuvimos un año y medio solos en un cuartel, sin libros, sin recreo. Después de medio año tuvimos visitas de media hora cada 15 días, había un régimen especial de castigo”. Es ahí donde empieza a retomar las reflexiones feministas, decido que cuando saliera, si salía, iba a dedicarme a trabajar en la cuestiones de las mujeres como sujeto político, como actoras.”

 

MUJERES

En el año 1985, restaurada la democracia en Uruguay se crea el colectivo feminista Cotidiano Mujer, desarrollando hasta hoy en día acciones de comunicación que plantan a la mujer como sujeto político, con el objetivo fundamental de generar un cambio cultural donde una perspectiva feminista sea posible y necesaria, para garantizar derechos y pluralidad de voces en los debates públicos.

Frente a la cuestión de Uruguay y la políticas de género, Lilián vuelve a afirmar que los contextos nunca pasan desapercibidos, “algunas cosas que tienen que ver con la historia y los contextos. Uruguay fue un país muy liberal y avanzado a principios del siglo… no es menor la cuestión de la poca presencia religiosa”, la laicidad de nuestro país evita el fundamentalismo religioso que, en su opinión, hace a Uruguay más progresista en algunas cuestiones. Otro factor importante para algunos avances, es que en Uruguay, no se da la hegemonía de las empresa multinacionales al punto tal que el Estado no proteja derechos, “lo que sucedió con Berta Caceras es una situación donde faltan garantías elementales para el ejercicio de la libertad de expresión”.

“En América Latina tenemos a Centroamérica con situaciones muy complejas de represión sobre el cuerpo de las mujeres, para nosotros en la región andina la situación es un poco diferente”. Que Uruguay sea un país moderado no significa que el machismo no exista o que el patriarcado no funcione bajo las formas elementales, por el contrario, para Lilián estas formas funcionan y se reproducen. Se dejan ver en “la incapacidad de los varones de aceptar la emancipación de la mujeres, de captar mujeres iguales que eligen su destino, nos rechazan”.

El machismo mata, mata de verdad, no es un eslogan o una consigna: es una realidad, ¡mata! Mata porque no es capaz de aceptar un ‘no’ como respuesta, la mayoría de los casos de mujeres asesinadas fue porque ejercieron su libertad de elegir”.

La educación es una parte fundamental, es donde comienza la reproducción y producción de ideas, “hay que tratar de trabajar muchísimo más la conformación de identidades más plurales. Es decir, creo que la cuestión binaria de hombre mujer no permite romper ciertas estructuras, que vean la diversidad”. Los juegos no tienen sexo ni género, tampoco los colores, pero esta idea que parece tan básica conlleva enfrentar muchas personas y hay que tener el coraje y la fuerza para hacerlo, según Lilián no solo en primaria y secundaria sino también en la universidad donde “hay carreras que no tienen una formación de género, no lo incentivan, no incentivan la investigación, solo depende de quién te toque de docente”.

Si bien Lilián siempre estuvo del otro lado del mostrador en cuanto a la lucha feminista “me parece que es importante que haya mujeres con sensibilidad feminista en los cargos públicos”, aunque reconoce “que hay una perspectiva de género muy tecnócrata que a mí personalmente no me interesa, creo que no es muy transformadora”. Con este reparo Lilián comparte el pensamiento de la autora Hannah Arendt acerca de la necesaria presencia de la mujer, “Las políticas no van a cambiar si los cuerpos son sólo masculinos, tiene que haber una revalorización de la experiencia femenina”.

 

Ph: Juan Ángel Urruzola

http://www.urruzola.net/obra/lilian-una-mujer-sola-contra-el-condor/

 

 

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